(...)"Y entonces llegó él, era un niño de apariecia poco mayor que yo, de pelo negro y piel blanquecina, con ojos azules profundos como la noche. Lo dejaron allí sin apenas una despedida.
Pronto me di cuenta que sería un rival para mí, pues era muy diestro en la espada, aunque las funciones que destinaron para su aprendizaje tenían que ver mayormente con la logística y planificación, por lo visto también era un gran estratega.
A mí no me gustaba confraternizar, por lo que procuraba no acercarme a nadie y centrarme en mi entrenamiento. Sin embargo el no paraba de buscarme, le encantaba molestarme e incomodarme con sus extrañas bromas.
Con el tiempo empezamos a hacernos amigos, y cuánto más tiempo pasábamos juntos, más notaba que algo en él no estaba bien. Tenía unas extrañas pautas nocturnas, sus heridas sanaban casi milagrosamente, y una profunda oscuridad parecía habitar en su interior. Intentaba ignorar este hecho, pero si me pillaba mirándolo pensativo, aprovechaba para hacerme unos comentarios un tanto desconcertantes.
Un día mientras esperábamos para recibir la comida, me miró y me dijo que esperaba que la comida no contuviese ajo.
Los días de mucho sol me miraba desde la sombra y decía que no quería convertirse en carbón.
Otro día ya más adulto, tras una batalla tocó mi cuello manchado en sangre. Te has manchado, dijo mientras probaba la sangre que había impregnado sus dedos.
Sospechaba de su naturaleza, pero nunca quise decirlo en voz alta, por temor a estar en lo cierto.
Con el tiempo dejó las bromas pues vio que no le seguía el juego, y también que no tenía miedo a lo que creía que era.
Su manera de pensar y la mía eran muy parecidas, por algún motivo que desconozco aún, debí caerle en gracia, pues siempre apoyaba mis campañas en la guerrilla. Era fácil estar con él pues se convirtió en un joven educado, discreto, observador e inteligente, a la vez que muy fuerte.
De vez en cuando, aún quedaban en él resquicios de ese perturbador niño.
Un invierno, habíamos tenido tres largas jornadas de lucha. Aunque a penas teníamos 12 años, éramos usados en primera línea de batalla bajo el frío y la escasez de alimentos. Aquella noche era especialmente fría, yo a penas podía moverme de la hoguera, sin embargo él caminaba descalzo sobre unos viejos troncos. Miraba el cielo mientras una delicada nieve de débiles copos comenzaba a caer. Permaneció inmóvil con los ojos cerrados y cabeza hacia el cielo, y cuando la nieve comenzó a rozar su cuerpo, me miró y me dijo: Está nieve son trozos de las almas de aquellos que hemos asesinado hoy.
Aquello me dejó helado, ese día él había matado sin querer a un niño, era un niño a penas unos años menor que nosotros, pero era la primera vez que abatía a un menor. Alguien golpeó su cara con fuerza clavándole el casco en los ojos por lo que solo pudo distinguir una figura que le atacaba, no fue hasta clavar su espada en el cuerpo del menor, que se dió cuenta de lo que había pasado. Aún así parece que le afectó.
Después de decirme aquello me sonrió y se fue a dormir. Yo sin embargo no puede concebir el sueño en toda la noche. Así era mi camarada, el que se convertiría en mi mejor aliado para siempre. Su nombre era Varshus, Varshus Valentine."
(...)
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